Desde adentro
miran mis ojos
en derrame visceral.
Día tras día
golpeo puertas
busco manos
encuentro garras
que lucran con mi sangre.
Suplico, aúllo, rasguño
siento paredes de acero.
Mi voz maniatada
cae al eco del abismo.
Cuando retiran
el respirador de la esperanza
tapian puertas y ventanas.
Y sólo muros de azulejos
gritan dolor a nadie
y brazos extendidos
imploran a fantasmas
con delantales ensangrentados.
Xenia Mora Rucabado