Cavilo, busco tus pasos
no los puedo alcanzar…
Las acequias de Mendoza
con sus bocas de agua
murmuran tu nombre
tu risa, tu encanto.
Conversan entre ellas
que te vieron otrora pasar
y escucharon tus juegos primeros
de mi mano.
Los álamos suspiran
arrullaron tus albores
te extrañan
desde que levantaste vuelo.
Con tu mochila de sueños
dejaste la casa en busca del mundo.
Auroras de mar hoy te acompañan
tejes tu destino con manos de alfarero.
De tanto camino
sangran tus pies
tus ojos van en alas
el universo es tuyo.
Desde éste nuestro hogar
el de la cama vacía.
¡Ay! orgullo
dolor
como si volviera a parirte.
Hoy sé
es el momento
de crear la huella.
Cuando se desvanece el sol
salen tras de mí
los recuerdos…
¿Dónde estás hijo mío?
¿qué dolor te roza?
¿tienes hambre o frío?
¿la felicidad tocó tu puerta?.
Extiendo mis brazos
te busco por la inmensidad
vuelo sobre los mares
de espacio y tiempo.
Sublimo tu presencia.
Hijo, elevas con gloria
la orientación de tu luz
infinita y nueva
a la que no puedo llegar.
Donde quiera que estés
siempre te viviré
pensando.
siempre te viviré
pensando.
Xenia Mora Rucabado